En el marco del Mes del Orgullo 2025, la Asociación FinTech México reafirma su compromiso con la diversidad, la inclusión y la autonomía económica de todas las personas. Hoy, la educación financiera se presenta como el siguiente gran reto para la comunidad LGBTI+, especialmente en un país donde el sector FinTech se consolida como motor de innovación y acceso para millones de personas.
El contexto FinTech en México: inclusión, innovación y oportunidad
El ecosistema FinTech mexicano es uno de los más dinámicos de América Latina, con cerca de 1,000 iniciativas activas y más de 70 millones de usuarios y usuarias de servicios digitales de acuerdo con el Reporte FinTech 2025 publicado por la Asociación FinTech México[1], lo que representa un avance significativo en la democratización del acceso a productos financieros innovadores y accesibles.
Este crecimiento acelerado ha permitido que las empresas FinTech lleguen a segmentos tradicionalmente excluidos del sistema financiero formal, como mujeres, jóvenes y comunidades vulnerables, entre ellas la comunidad LGBTI+. La inclusión financiera que promueven estas tecnologías no solo implica acceso a cuentas bancarias o créditos, sino también la posibilidad de empoderar a las personas para que gestionen sus finanzas con mayor autonomía y conocimiento.
Sin embargo, para la comunidad LGBTI+, el acceso a servicios financieros aún enfrenta retos particulares. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)[2] muestran que esta población sufre altos niveles de discriminación laboral y social —por ejemplo, el 28.1% ha recibido trato desigual en el trabajo y el 32.3% ha experimentado discriminación en el último año—, lo que impacta directamente su capacidad para acceder a servicios financieros formales y planificar su futuro económico.
Por otra parte, la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024 confirma que, si bien la tenencia de productos financieros formales ha aumentado —pasando de 68.4% en 2015 a 76.5% en 2024 en la población general adulta—, persisten brechas importantes en el acceso efectivo para ciertos grupos sociales. Por ejemplo, únicamente el 58.2% de las personas hablantes de lengua indígena y el 65.5% de quienes habitan en localidades con menos de 15 mil habitantes cuentan con al menos un producto financiero formal. Asimismo, las personas con discapacidad tienen una tasa de acceso de 77.4%, lo cual contrasta con el promedio nacional.
Esta gráfica evidencia que la inclusión financiera no solo implica acceso, sino también estrategias específicas para reducir desigualdades estructurales por sexo y género, lo cual puede extenderse a otros grupos como la comunidad LGBTI+. Fuente: ENIF 2024.
La ENIF 2024 también reconoce que la educación financiera es un componente esencial de la inclusión financiera, entendida como el desarrollo de aptitudes, habilidades y conocimientos para manejar y planear las finanzas personales, evaluar la oferta de productos y servicios, y tomar decisiones informadas sobre ahorro, crédito, seguros y retiro. De ahí que el fortalecimiento de la educación financiera, especialmente en grupos históricamente excluidos, sea una estrategia prioritaria para alcanzar una verdadera autonomía económica.
Brechas y desafíos para la comunidad LGBTI+
En México, la población LGBTI+ representa el 5.1% de las personas de 15 años y más, es decir, alrededor de 5 millones de personas de acuerdo con datos del INEGI. Sin embargo, esta comunidad enfrenta mayores niveles de discriminación: el 28.1% ha recibido trato desigual en el trabajo y el 32.3% ha sido discriminada en el último año, cifras muy superiores a la población no LGBTI+. Aunque la tasa de participación económica de la comunidad LGBTI+ (64.3%) es cercana a la de la población general (66.1%), la discriminación limita su acceso a empleos formales, estabilidad económica y servicios financieros regulados.
Además de enfrentar barreras para ingresar al sistema financiero, muchas personas LGBTI+ se ven forzadas a operar en esquemas informales de ahorro o crédito, ya sea por temor a la discriminación o por la falta de documentación que refleje su identidad de género, en el caso de personas trans o no binarias. Este contexto genera un círculo vicioso donde la exclusión laboral y social se traduce en vulnerabilidad económica, lo que a su vez impide construir un historial crediticio, contratar seguros o acceder a instrumentos de ahorro para el retiro.
Estas barreras no son únicamente individuales o actitudinales, sino estructurales y sistémicas, y se agravan en el caso de personas LGBTI+ que también forman parte de otros grupos históricamente excluidos, como comunidades indígenas, personas con discapacidad o migrantes. Esta interseccionalidad multiplica las desigualdades y reafirma la urgencia de diseñar estrategias de inclusión financiera que reconozcan y respondan a la diversidad de realidades y necesidades de esta comunidad.
Por ello, más allá de ampliar el acceso, es necesario garantizar un uso efectivo, seguro y confiable de los productos y servicios financieros. Esto implica eliminar barreras normativas y operativas que dificultan la participación plena de las personas LGBTI+ en el sistema financiero, así como promover una educación financiera con enfoque de derechos humanos, diversidad e inclusión.
En el camino hacia la autonomía económica de la comunidad LGBTI+, la educación financiera no es un lujo, sino una herramienta indispensable. No basta con ampliar el acceso a productos financieros si las personas no cuentan con el conocimiento, la confianza y las habilidades necesarias para utilizarlos de manera efectiva, segura y estratégica.
De acuerdo con la ENIF 2024, en México aún persisten limitaciones importantes en materia de capacidades financieras. Por ejemplo, solo el 39.5% de la población lleva un registro de los recibos o deudas pendientes, y apenas el 23.9% tiene un presupuesto o un registro de sus ingresos y gastos. Estas cifras reflejan una realidad en la que muchas personas —en especial aquellas en situación de vulnerabilidad— no cuentan con herramientas básicas para tomar decisiones informadas sobre su dinero.
Además, la ENIF 2024 muestra que, aunque la tenencia de productos financieros formales ha aumentado, persisten brechas significativas según sexo, región y características sociodemográficas. Por ejemplo, la brecha de género en la tenencia de productos financieros es de 8.1 puntos porcentuales, y en cuentas de ahorro formal alcanza 9.4 puntos porcentuales a favor de los hombres. Estas brechas pueden ser aún mayores para grupos vulnerables que enfrentan discriminación estructural, como la comunidad LGBTI+, lo que limita su acceso y uso efectivo de servicios financieros.
El uso de canales digitales para pagos y transferencias ha crecido, pero la confianza y el conocimiento para utilizar estos servicios de manera segura aún es limitado en amplios sectores. Por ejemplo, en compras mayores a $501 pesos, el uso de transferencias electrónicas o aplicaciones móviles apenas alcanza el 7.6%, mientras que el efectivo sigue siendo el medio de pago predominante (73.5% de la población). La educación financiera inclusiva puede cerrar esta brecha, promoviendo la confianza y habilidades necesarias para aprovechar plenamente las ventajas de la digitalización financiera.
En el caso de la comunidad LGBTI+, la falta de educación financiera puede traducirse en una dependencia constante del crédito informal, bajos niveles de ahorro y una limitada planificación para el futuro.
Por eso, la educación financiera inclusiva debe convertirse en una prioridad transversal del ecosistema FinTech. Esto implica diseñar contenidos educativos adaptados a la diversidad de identidades, contextos y trayectorias de vida de las personas LGBTI+. No se trata solo de hablar de productos financieros, sino de conectar con la realidad de quienes han sido históricamente excluidos, utilizando un lenguaje accesible, formatos digitales amigables, e historias con las que las personas puedan sentirse reflejadas y representadas.
Las empresas FinTech, por su ADN innovador y su cercanía con las generaciones más jóvenes y digitales, están en una posición privilegiada para liderar una transformación educativa que combine tecnología, empatía y enfoque de derechos humanos. Iniciativas como talleres virtuales, asesoría financiera personalizada, plataformas interactivas o contenidos diseñados desde y para la comunidad LGBTI+ pueden marcar una diferencia real en la vida económica de millones de personas.
La educación financiera inclusiva no sólo empodera individualmente, sino que fortalece al ecosistema financiero en su conjunto, generando usuarios y usuarias más informadas, más activas y con mayor confianza en el sistema. Desde la Asociación FinTech México, hacemos un llamado a todas las instituciones del sector para que integren de forma decidida este enfoque en sus estrategias de inclusión, convencidas y convencidos de que una verdadera transformación económica solo será posible si va acompañada de un cambio educativo profundo, diverso y representativo.
La Asociación FinTech México, como organismo líder en el impulso y consolidación del ecosistema de finanzas tecnológicas en México, promueve activamente la integración de prácticas inclusivas que reconozcan y atiendan las necesidades específicas de comunidades diversas, incluyendo la comunidad LGBTI+.
Las empresas FinTech tienen la oportunidad y responsabilidad de desarrollar programas de educación financiera inclusiva que incluyan plataformas, contenidos y campañas diseñadas con sensibilidad cultural y adaptadas a las realidades de la comunidad LGBTI+. Este enfoque es especialmente relevante considerando la alta penetración digital en México y la influencia creciente de la Generación Z, un segmento demográfico que valora profundamente la diversidad, la inclusión y la educación financiera digital.
La Asociación FinTech México impulsa estas iniciativas a través de alianzas estratégicas, investigación constante y difusión de mejores prácticas, fomentando un ecosistema donde la inclusión se traduzca en beneficios tangibles para usuarios, inversionistas y las propias empresas.
En suma, la Asociación FinTech México no solo promueve la inclusión como un valor, sino que la posiciona como un elemento clave para el crecimiento y la transformación del sector, convencida de que sólo a través de un ecosistema diverso y equitativo se podrá alcanzar una verdadera autonomía económica para todas las personas, incluyendo a la comunidad LGBTI+.
Conclusión
El Día Internacional del Orgullo, que se celebra el 28 de junio de cada año, es un recordatorio poderoso de la lucha histórica por la igualdad, la visibilidad y los derechos de la comunidad LGBTI+. En este contexto, la educación financiera inclusiva se presenta como un puente indispensable entre la inclusión financiera y la autonomía económica real para esta comunidad, que aún enfrenta barreras estructurales y sociales profundas.
Construir un ecosistema financiero digital donde nadie se quede atrás implica redoblar esfuerzos en el diseño de productos, servicios y contenidos educativos que respondan auténticamente a la realidad de la diversidad.
Que este Mes del Orgullo 2025 sea también un punto de inflexión para que la educación financiera inclusiva deje de ser una aspiración y se convierta en una práctica concreta que empodere a millones de personas LGBTI+ en México, abriendo caminos hacia la autonomía, la dignidad y la justicia económica.